Las personas que sufren alguna discapacidad física o mental son uno de los principales colectivos en riesgo de exclusión. Si la discapacidad es psíquica, estas personas suelen tener problemas de integración, de incomunicación y de adaptación con el resto de la sociedad. La sanidad sólo les ofrece un seguimiento escaso y esto no ayuda a su situación. En estos casos es importante evitar aislamiento y fomentar su autonomía y su integración.
Por otro lado, si la discapacidad es física, las personas tienen problemas para acceder a muchos lugares, así como para ser aceptados y tratados como a uno más.
Los educadores sociales son profesionales cuya labor es ayudar a estas personas en su integración social, pero únicamente a través de un cambio en la actitud y el comportamiento social hacia la diferencia, podemos prever, con un cierto optimismo, un futuro más justo y solidario para estas personas, asegurándoles una integración social y laboral.
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